martes, 20 de noviembre de 2012

CRÓNICA VI JORNADA JUNIOR ZONAL

Crónica Crevibasket vs. C.B. Alacant

Junior zonal.

Crevillente, sábado 17 de noviembre, 17:30 horas.

El 28 de julio de 1588, incapaz de derrotar a la flota inglesa y mermada por las inclemencias meteorológicas, caía derrotada la Gran Armada. La invasión de Inglaterra había sido imposible. Quizás la flota distaba mucho de ser «invencible», pero el plan pergeñado por Felipe II no era en absoluto descabellado. En el mejor de los casos, sus tropas habrían entrado en Londres y provocado un levantamiento de los católicos opositores al régimen Tudor. En caso menos favorable, el asedio debería haber supuesto importantes concesiones, como la tolerancia del culto católico y la cesión de los territorios británicos en los Países Bajos. El plan podía ser factible pero su ejecución dejó malos presagios desde el principio. El marqués de Santa Cruz, capitán de la flota, moría el 9 de febrero y era sustituido por el duque de Medina Sidonia, hombre de autoridad incuestionable, pero de menor experiencia naval. Luego llegaron las tormentas y las demoras que empeoraban el estado de los víveres.

Cuentan que cuando la flota española asomó por el horizonte en su imponente formación de media luna, Francis Drake no quiso movilizarse hasta terminar su partida de bolos. Tras breves escaramuzas, la Armada se dirigió a Calais, donde debía reunirse con Alejandro Farnesio y sus tercios. Allí la flota española recibía la corriente de frente y los ingleses pudieron lanzar sobre ella los brulotes, barcos a la deriva cargados de explosivos, que para la época eran una suerte de ingeniosos torpedos. Los ingleses sacrificaron ocho barcos para convertirlos en llameante munición pesada que rompió la formación de la Armada. Con la flota dispersa, el tiempo empeoró y llegó el lance de Gravelinas, donde los ingleses hostigaron la retaguardia española, muy mermada de munición. El desembarco era ya imposible y el duque ordenó salvar la flota rodeando las islas británicas por el norte. No lo consiguió. Nuevas tormentas y el asedio de los ingleses en las costas diezmaron la flota. Regresarían 65 naves y un tercio de los hombres. «Yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos», se lamentaría Felipe II. Fue entonces cuando a la Grande y Felicísima Armada la llamaron también la Invencible.


Cual “armada invencible” nos dirigimos hacia Crevillente a disputar nuestro siguiente partido en la liga Junior Zonal, convencidos de que seria un fácil partido y un suma y sigue en nuestro espectacular inicio de temporada, solo manchado por un inoportuno partido aplazado a un viernes a las 20:30 horas en Novelda de cuyo día no quiero acordarme. Obviamente nuestro equipo dista mucho de ser invencible, pero el trabajo, esfuerzo y ganas de jugar nos hace estar en una posición inmejorable.

Siguiendo con las similitudes el entrenador del equipo no podía estar manejando sus huestes ya que a esa misma hora el equipo senior, entrenado por él, disputaba en Javea su sexto partido el cual significo su sexta victoria consecutiva y cuya crónica podéis disfrutar de la mano del compañero Adrian; siendo sustituido por el entrenador del Preferente, hombre de gran sabiduría pero con menor experiencia en el cuerpo a cuerpo.

Y comenzó el partido. El Crevillente sorprendió con un defensa zonal aplicada hasta al pie de la letra, no había ni un jugador que no estuviera pisando la zona ni un solo instante, aplicaban la defensa de la tortura, todos refugiados dentro de la zona, impidiendo cualquier intento de penetración y permitiendo el tiro exterior sin sonrojo alguno. Nuestros jugadores como expertos tiradores de 3 puntos, no desaprovecharon la oportunidad y nos regalaron la friolera de 31 lanzamientos; lamentablemente la definición de tirador no implica necesariamente la de encestador, con lo que únicamente fuimos capaces de anotar 3.

Sobre estas bases se desarrollo la batalla, los de la ciudad de las alfombras lanzaron sobre nuestros jugadores todo tipo de artillería con la complacencia del señor colegiado que les permitía el juego duro sin sancionar más que aquellas infracciones que rallaban la violencia. Esta permisividad descentro al equipo que estaba más pendientes de las injusticias sufridas que de jugar al baloncesto. Nuestra única oportunidad era la presión en toda la cancha y esa táctica fue la que nos permitió estar el partido en todo momento y mantener una igualdad difícil de lograr, tal fue así que los dos primeros cuartos se perdieron por un punto, se empato el tercero y ganamos el último por un punto.

Esta dinámica nos llevo a estar tres puntos abajo cuando solo faltaban dos minutos para el final, y empezó la ruleta rusa de los tiros libres. Dos acertados nos acercaron a un solo punto, una recuperación seguida de una espectacular canasta nos puso uno arriba ya entrado el último minuto. La siguiente jugada fue sancionada con una inexistente falta, el primer tiro libre después de tocar cuatro veces en el aro empato el partido y el siguiente nos dejo por detrás en el marcador. A partir de aquí es mejor relatar que no opinar lo que paso en esos segundos finales; pérdida de balón en ataque, falta en contra, tres tiros libres seguidos fallados por el mismo jugador que había encestado los dos anteriores (que inteligentes somos de hacer la falta al que acaba de meter) ya que casualmente pisamos la zona antes del lanzamiento del tiro libre y hubo que repetirlo; rebote en defensa con placaje al cuello incluido que no fue considerado como falta antideportiva; fallo de los dos tiros libres por nuestra parte a falta de 11 segundos y dejar pasar el tiempo sin hacer falta.

Nuestros anotadores fueron Alberto (11), Carlos (10), Lucas (7), David y Jorge (6), Ángel (4), Edu (3) y Pedro I. (2).

Como bien diría Felipe II “Yo no mandé a mi equipo a luchar contra los elementos”

@ JavierAlmor

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